Miércoles de de mayo de 2020


¡Hola otra vez! Volvemos a encontrarnos, qué alegría. 


La semana pasada nos asomamos cada uno a una ventana de nuestra casa, o a una ventana que recordamos. Una ventana real, de madera o metal, con un vidrio o varios, con cortinita o sin ella.  Tal vez por eso, me topé con este poema. ¿Quieren escucharlo?


Hoy quiero contarles que, cuando me aburro…

                o me pongo triste y extraño…
                            o estoy cansada de estar en el mismo lugar…
                                        o quiero viajar un ratito,
                                                  yo me asomo a una ventana… especial.

No sé bien dónde está mi ventana.
Tampoco tiene siempre la misma forma.
O el mismo color
Pero siempre, siempre, me muestra…
                                                        lo que tengo ganas de ver.
Hace un rato la abrí y me mostró esto:



Y cuando miro, no solamente “veo”. También escucho el “¡bicho feo! de los benteveos,  el canto del agua que fluye tras la ventana o dentro de mí, el ¡ploc! de la piedra que arrojo tan lejos como puedo, o el ¡plaf, plaf! de la piedra chata que salta sobre el agua cuando hace sapito, como me enseñó mi papá hace ya tantos años.
Y no solo escucho, también huelo el aroma de la peperina, la menta y el poleo  que los  chicos ofrecen en sus canastas, o el de los pastelitos calientes que llevan y traen a la hora de la siesta: “Pastelitos, a los pastelitos recién calentitos”. Un olor a sierra, a verano, a aire delicioso que me invade con cada inspiración y me asegura que estoy… donde quiero estar.
Mi piel reseca de ciudad y polvo recibe ávida la caricia del sol, la frescura del agua, las palabras del viento.
Cierro los ojos y me recuesto sobre esas rocas, ardientes en el sol de la siesta. Ahora el río me corre por dentro, me fundo en las rocas, el viento me recorre y me atraviesa: SOY ese paisaje, me lo llevo para siempre.



Seguramente, muchos de ustedes ya están pensando en otros paisajes. Les presto esta ventana, a ver si adiviné algún pensamiento…




·         Y ustedes, ¿qué paisaje evocan a través de su ventanita? ¿Tienen ganas de contarme?
Pueden mandar una foto de ese lugar en el que les gustaría estar.
O de ese lugar que extrañan, porque hace mucho que no pueden visitar.
Pueden contar cómo es: qué ven, que escuchan, qué huelen, en qué piensan, qué sienten en ese lugar.
Pueden contar qué pensaron o sintieron al conocer un lugar que los impactó, los deslumbró, los asustó, los entusiasmó, los divirtió.

O pueden, tal vez, imaginar un lugar...
… un rincón propio en el cual cobijarse cuando se quiere estar a solas,
…un territorio que desean explorar como si fueran el primero que lo recorre,
… un no-lugar que nos ofrece algún reparo (Uff, ¿qué es eso? Yo viviría un ratito, por ejemplo, dentro de la cajita de música de mi abuela, o en el interior de una canción).

LES RECUERDO:
NADA DE LO QUE AQUÍ APARECE ES OBLIGATORIO, 
pero si escriben, mándenme sus escritos a tallerliterario2020@gmail.com  También podemos interactuar en los comentarios del Blog. Y si quieren invitar a alguien de la familia a este recorrido, bienvenidos.


HASTA AQUÍ, LA PROPUESTA DE HOY. 

Pero si quieren más... 


Vamos a inaugurar en este blog una sección que podemos llamar “En la biblioteca” que se  identificará con esta imagen:

Aquí estará la información sobre los autores y narradores invitados a nuestro taller de cada miércoles, el texto de las obras que escuchamos en audio o video, por si quieren tenerlos en formato escrito, algún otro link para leer más sobre o de esos autores, si les gustó o les interesa. En fin, otros caminitos de lectura para recorrer, por si tienen ganas.


  • La voz del primer video y las narradoras del segundo video son Laura Finger y Silvina Menutti: juntas forman el dúo de narradoras Verdevioleta cuentos. Narran cuentos para niños, adolescentes y adultos, visitan escuelas, crean sus propios espectáculos de narración oral, dan cursos para docentes y narradores y muchas, muchas cosas más. Hay otros videos de ellas en las redes, si las buscan.





  • El poema del primer video es  de Roberto Juarroz: este es el poeta.






Y este es el poema que escucharon:


Dibujaba ventanas en todas partes


Dibujaba ventanas en todas partes.
En los muros demasiado altos,
en los muros demasiado bajos,
en las paredes obtusas, en los rincones,
en el aire y hasta en los techos.


Dibujaba ventanas como si dibujara pájaros.
En el piso, en las noches,
en las miradas palpablemente sordas,
en los alrededores de la muerte,
en las tumbas, los árboles.


Dibujaba ventanas hasta en las puertas.
Pero nunca dibujó una puerta.
No quería entrar ni salir.
Sabía que no se puede.
Solamente quería ver: ver.


Dibujaba ventanas.
En todas partes.


Roberto Juarroz, Duodécima poesía vertical



  • Aquí les regalo otro que me gusta mucho:

Levantar el papel donde escribimos

Levantar el papel donde escribimos
y revisar mejor debajo


Levantar cada palabra que encontramos
y examinar mejor debajo


Levantar cada hombre
y observar mejor debajo


Levantar a la muerte
y escudriñar mejor debajo


Y si miramos bien
siempre hallaremos otra huella.
No servirá para poner el pie
ni para aposentar el pensamiento
pero ella nos probará
que alguien más ha pasado por aquí.

  • El texto “Mirar el mar” es de Eduardo Galeano. Este es él, un autor uruguayo que siempre sentimos nuestro:




Este es el texto que contaron Laura y Silvina, las narradoras. Y si encuentran alguna diferencia, es porque el narrador oral realiza una “traducción” de la escritura a la oralidad: tener el libro entre tus manos y volver a leer una y otra vez lo que no entendiste es muy diferente a escuchar "en vivo" un relato: el narrador te lleva de la mano por un caminito que no tiene regreso. 


El mar



Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.
Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:

-¡Ayudame a mirar!




Y para despedirme de los curiosos que llegaron 
hasta acá:

Estos son tres de los libros de Eduardo Galeano: una trilogía que recorre la historia oral de América. El tomo 1, Los nacimientos, recopila los relatos orales de los pueblos originarios de América.



Este es uno de mis preferidos, se los comparto:





Ahora sí, ¡HASTA LA PRÓXIMA SEMANA!

No hay comentarios.:

Publicar un comentario